Diálogos de mujeres creadoras

FESTIVAL CORTOSCINÉTICOS 2023 / Diálogos creativos de mujeres creadoras / Invitadas: Juana Ibanaxca, Natalia Reyes, Gina Jaimes, Jennifer Caro y Vanessa Henriquez / Moderadoras: María Alzamora y Olga Lucía Cruz

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La puerta de entrada es un recuadro que enmarca un enorme círculo de sillas en el centro de un elegante auditorio en la Universidad Javeriana. El espacio se va llenando poco a poco por las organizadoras, las invitadas y demás participantes, y la disposición de los asientos invita a un diálogo sin jerarquías: un diálogo horizontal, entre pares, desde la tranquilidad y la seguridad de poder escuchar y ser escuchadas sin juicios. (me siento contenta, confiada y cómoda).

Desde la mesa de las moderadoras, María Alzamora, directora del Festival Cortoscinéticos y Olga Cruz, directora del programa de Artes Escénicas de la Javeriana, ven un grupo de personas a la expectativa de lo que se construirá conjuntamente, mediante tejidos de palabras ansiosas por ser dichas. Desde allí,  se hace la presentación del conversatorio, como cierre del VI Festival Cortoscineticos, en su versión 2023, que este año ha sido dirigido especialmente a coreógrafas y directoras mujeres para promover la creación en este género. Esto, por la preocupación de que en años pasados, el 95% de propuestas habían sido hechas por coreógrafos y directores hombres (siento desconcierto y un poco de tristeza).

Las moderadoras presentan a las cinco invitadas y manifiestan el interés de hablar de los lugares desde los que cada artista se motiva para crear. Hablar de esos universos creativos y valientes que dan paso al desarrollo de proyectos artísticos.  Mientras tanto, se entregan los micrófonos a las invitadas, que en un acceso de timidez, juegan al tingo tingo tango para evitar ser las primeras en hablar (risas). Las invitadas, que se dedican a la danza, la docencia, la gestión, la producción y el activismo, se preparan para el diálogo.

Desde aquí, yo, nerviosa por el reto de esta invitación y honrada por estar al lado de grandes artistas, me encuentro sentada cerca de la mesa. Recibo el micrófono de Jennifer Caro y lo paso de inmediato a Juana Ibanaxa, ella a Gina Jaimes, y ella a la valiente Natalia Reyes, quien asume el reto de la primera pregunta: ¿qué es ser artista en este país, desde su ser femenino?… alguien ríe y dice en chiste: “Siguiente pregunta, por favor”…(las risas llegan de nuevo).

La rueda de curiosos asistentes escucha a Natalia Reyes mientras comparte los primeros atisbos de su universo creativo. Habla de la importancia que tiene para ella crear desde sus propias experiencias, y desde eso que está allí vibrante y latente en su vida, y que necesita ser expresado. Habla de la importancia de tener alrededor gente que confíe en su trabajo y que, con empatía, traduzca sus paisajes (estoy completamente de acuerdo).

Juana Ibanaxca toma el micrófono (siento temor porque en ese momento decidí hablar después de ella: ya es algo ineludible…la escucho y busco inspiración para encontrar mi respuesta).

Juana es, sin duda, inspiradora como todas las invitadas y dice algo así como: “Las mujeres creadoras y artistas son como un vellocino de oro, seres mitológicos fantásticos, porque tienen una valentía, fortaleza y universo interno en disputa para poder decir lo que quieren decir. Y eso hace que sean tercas, necias, insurrectas, irreverentes, capaces de generar un juego de seducción con los demás para sumarse a sus proyectos.” Habla del cansancio, el agotamiento, las tristezas, las inseguridades, los desiertos, la complejidad y la belleza de ser artista.

En el momento en que Juana me pasa el micrófono, respiro (siento confianza y tranquilidad…encontré mi respuesta) y comparto: ha sido un gran reto porque, quizás por el contexto de donde vengo, me ha costado creer en mí (en todos los sentidos, no solo en lo que respecta a la danza) y, después de mucho tiempo de seguir, apoyar y creer en la voz de otros directores (en su mayoría hombres), me costó trabajo lograr escuchar mis necesidades creativas, encontrar mi propia voz, validarla, darle su lugar y ponerla en escena (sigo en ese camino)…

Jennifer habla de cómo la danza y la creación la salvó de momentos complejos en su vida. Para ella, poder crear es una fortuna y encontró en la academia una puerta que se abrió para hallar su ser creador, trascender su contexto agreste y transmutar lo que ha atravesado en la vida. Menciona también cómo para ella hallar su voz no ha sido algo complejo “no ha sido una gran disputa”, y la ha ido encontrando con seguridad (siento admiración, encuentro en ella un paradigma distinto que no puedo explicar, pero que me asombra y atrae).

Para seguir hablando de qué es ser artista desde lo femenino, Gina inicia diciendo: “No es nada fácil”. Nos cuenta anécdotas de su experiencia en el terreno de lo público, en donde ser mujer es complejo también y donde lo que dicen las mujeres se minimiza, mientras las voces de los hombres suelen tener una mayor relevancia, a pesar de que puedan estar expresando lo mismo… (Me pregunto por qué… ¿Quizás la voz grave del hombre parece ser más seria?, mientras las voces, muchas veces más agudas o suaves de las mujeres, ¿parecen ser más ligeras y tener poco peso?)…

A partir de aquí, percibo cómo un coro de voces femeninas, en armonía, tiempo y contratiempo, atraviesa el espacio para continuar poniendo luz y atención en temas importantes de nuestro hacer artístico.

La firme voz de Natalia, la voz sutil de Juana, la voz relajada de Jennifer, la voz potente de Gina y mi voz de timbre alto, plantean otro de los temas que se resaltan con m intensidad en ésta etapa del diálogo, como iluminado por uno de los cenitales principales de una escena: el tema de la competencia.

Sentada con mis piernas cruzadas en una de las sillas del círculo, me reclino sobre el espaldar sintiendo tensión en mis hombros, una tensión que delata un peso que he cargado. Inclino mi cabeza, alargando mi cuello y pienso que este tema llega como resultado de la necesidad de observar ese dispositivo impreso en las mujeres de querer ser “la mejor” y “la elegida” entre otras, dispositivo que muchas veces trabaja como un distractor que impide mirar hacia adentro con claridad, impide desarrollar la simpleza y poderío del propio camino y que muchas veces representa una carga extendida en varios ámbitos de nuestras vidas como mujeres.

En la sala, el tema se desarrolla a través de anécdotas que relatan cómo hemos tenido que armarnos de corazas de fuerza para enfrentar las violencias sutiles contra los cuerpos diversos, el rechazo a la maternidad (tema que podría dar para 10 conversatorios más), las estéticas dominantes en la danza contemporánea (que se inclinan a preferir cuerpos tónicos e invulnerables ante el riesgo y la espectacularidad) y la invisibilización o negación de nuestras voces.

La charla también cuenta del agotamiento al tener que estar a la defensiva, de no querer resistirse más, de desistir de ser “las mejores”, o hacer las “mejores obras”, de no encontrarle sentido a la competencia…de retirar la coraza y emprender la retirada y, ya sin miedo, poder enfocarse en buscar, encontrar y validar el propio camino, su poder intrínseco y las acompañantes cómplices.

Aquí, muchas coincidimos en la importancia de ser honestas y fieles con lo que se quiere decir en la puesta en escena, saliendo un poco de preconceptos, para atender con más vehemencia las propias necesidades creativas esenciales, desde la técnica o disciplina que sea más adecuada para expresar lo que necesita ser expresado, permitiendo que el proceso de creación sea indisciplinado, maleable, movible, fluctuante y vulnerable.

Otro cenital se dirige al  tema de la escucha, considerado por nosotras como fundamental en el proceso de creación. La escucha tanto al desarrollo del proceso en sí (que a veces toma rutas imprevistas y sorpresivas), como a las bailarinas y bailarines y artistas, o a la comunidad con la que se trabaja.  Se habla de la importancia de la escucha tanto a las propuestas creativas de los participantes, como también a las múltiples capacidades, talentos y haceres de cada uno. En este caso, la escucha se observa como un rasgo femenino y  se presenta como una cualidad importante y una prioridad en el trabajo creativo para varias de nosotras. Entre lo que escucho desde mi silla, atesoro una frase que bien aplica para una relación creativa, o para cualquier tipo de relación: “la importancia de poder estar presente ahí, a la escucha, en complicidad y vulnerabilidad”.

Se enciende una luz frontal que, desde la palabra, ilumina esa tendencia que tenemos muchas a encargarnos de mil cosas a la vez y de la dificultad para delegar. “Estar en todo” puede ser considerado una cualidad, pero también es una construcción cultural: las mujeres tendemos a encargarnos de la organización, la gestión y los cuidados, hasta el punto de descuidarnos a nosotras mismas. O como mencionaba Juana, “en un mundo de madres solteras, las mujeres saben muy bien qué es cuidar a otros”…

Alguien menciona la importancia de aprender a delegar y de enseñar a otros a cuidar y (añado sin mencionarlo en voz alta): la importancia de cuidarnos a nosotras mismas como prioridad, y así seguir teniendo la energía necesaria para potenciar las causas colectivas.

En éste diálogo de mujeres creadoras, se susurra, y grita la verdad y la intuición de cada una, en un tejido de palabras que construye el cierre del Festival Cortoscinéticos, y el inicio de nuevas construcciones de pensamiento, tanto para las invitadas, como para el público asistente a éste bello evento.

María Alzamora cierra diciendo: “Que este espacio abra nuevas formas de escuchar a la otra desde el respeto”.

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Este artículo ha sido escrito y publicado en el contexto del proyecto «el cuerpoeSpín en la escena 2023», con el apoyo de la Beca Estrategias Novedosas del Programa Distrital de Estímulos de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá.

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