Obra: Las idénticas hermanas AIDS
Compañías: La Resistencia-Colectivo de Artistas
País: Colombia
X Festival Danza en la Ciudad
Fecha de la función: 7 de noviembre de 2017
Lugar: Bar Asilo
“Yo soñaba que una plaga tan terrible como el sida no podía ser cierta y que el goce no implicaba una condena”.
Reinaldo Arenas, El color del verano
La saliva. El beso húmedo. La respiración jadeante. Los cuerpos lúbricos ensartados. Las ganas. Todo, entre hermanas. Seis personajes envueltos, envolventes, en actos de deseo, amor, poder y coqueteo. Putas de varios colores, formas, presencias. No importa a ciencia cierta si son hombres o mujeres, si son L, G, B, T, I o H. Fui seducido. En varias ocasiones quise ser invitado a sus juegos eróticos y coqueteos, compartir sus movimientos ondulantes o los fraseos de brazos. A mí también me dicen puta.
El Bar Asilo se llenó de miradas atentas esperando un espectáculo, todos muy juiciosos sentaditos en las sillas. Mientras esperábamos, seis personajes andróginos comenzaron a tomarse el espacio. Desde que entraron fueron el centro de atención, aunque intentaban mezclarse con nosotros. La obra inició el mismo momento en que ellos pisaron el bar, su presencia ya transformaba un espacio que poco a poco se fueron tomando, hasta llenarlo totalmente con su energía y acciones. Quisiera describirlos certeramente, pero la tarea puede resultar larga: cuero, tacones, medias de malla, transparencias, labial, sombras, piel, pelos; la hermosa Brigitte, a la cabeza, de tacos rosados y minifalda. Durante las casi dos horas en las que transcurrió el performance la presencia latente de cada intérprete, su compromiso con el aquí y el ahora, nos tenían a todos con los sentidos a mil: sus rostros altivos, sus miradas orgullosas, el brillo sobre su cuerpo, su diversidad, su individualidad, su sexualidad. ¿Cómo no querer participar?
No quiero imaginarme esta obra transgresora, Las idénticas hermanas AIDS, en un espacio convencional. El territorio que le pertenece es el de la noche y la fiesta. Hubiese querido que se quedaran entre nosotros un rato más, bailar con ellos, celebrar con ellos la vida y el cuerpo, huir también de la muerte y que me compartieran su brillo, su abrazo. El uso del espacio, circulante, aportaba igualmente a esa sensación de inmersión.
El SIDA fue el tema principal que desató esta creación de La Resistencia-Colectivo de Artistas. En ella pude ver claramente el interés de la agrupación por romper los tabúes que trae dicha enfermedad, pues el enfermo, al ser tipificado como tal, entra en un proceso de clasificación, de estigmatización. Participé esta noche de una reconquista del terreno que el VIH nos quitó, el que habíamos creído ganar en la revolución sexual: afuera la vigilancia sobre tu cuerpo o el de tu vecino; bienvenido el goce, el amor; nada de miedo o fruto prohibido. Por eso me lleno de gratitud hacia este grupo de artistas, con la seguridad de que la suya es una empresa que muchos compartimos y que dará frutos. Nos revolucionaremos.