W. T Factory

La primera imagen de la pieza nos presenta el cuerpo como un amasijo, como una cosa embutida entre otras cosas. Después el cuerpo se ajusta, se yergue y nos muestra toda su simpatía y su destreza; sin embargo, entre aquellas sonrisas, uno va percibiendo que cada quien no es más que un engranaje, algo que obedece y se limita a hacer funcionar un mecanismo indiferente y absurdo, al que se está ceñido y del que parece imposible emanciparse. O peor aún, del que quizás nadie quiera emanciparse. W. T Factory, del Colectivo Carretel, habla de violencias cotidianas, del imperio del tiempo del reloj, y de la ignominia de estar sometido a un sistema salvaje, que exige una efectividad inútil y una repetición interminable e irracional. También nos muestra la fachada, la apariencia que oculta todo aquella depravación empresarial.

Ya en el plano formal, la obra está ejecutada de una manera encantadora. Los cuadros se deslizan sobre el escenario sin que uno pueda notar siquiera las transiciones. Las coreografías aparecen siempre en el momento indicado, y se desarrollan sin olvidarse nunca de lo que la obra ha pretendido manifestar: lo feo del éxito y ese cuerpo a veces robotizado, a veces sometido y enfermo, y a veces hipócrita y excluyente e indiferente. Hay una escenografía sobria y precisa, que se integra orgánicamente (a pesar de lo que significan aquellos marcos, aquellas ventanas) con el movimiento de los bailarines. Y los solos son memorables y de un virtuosismo siempre justo. Carretel, nuevamente, ha logrado hallar ese punto amable en donde el arte dialoga con el espectador, sin importunarlo y sin echarle a la cara un montón de destrezas innecesarias.

Hacia la mitad de la obra, cuando esta ha llegado a uno de sus momentos más altos de intensidad, el público es invitado a pasar al escenario. Se trata de una “pausa activa”, esa estúpida burla al cuerpo esclavizado del mundo laboral… al cuerpo condenado a una eternidad de aburrimiento en una silla de oficina. La gente participa, pues, de la parodia. Sin embargo, en aquella acción hay algo más. Se trata de una ruptura que el público (cuando es un buen público) generalmente agradece. Se trata de la posibilidad de que este construya también la pieza, de que haga parte y viva la danza no solamente como un mero espectador.

El Colectivo Carretel es una de las mejores agrupaciones de danza de este país. Hay que ir a ver su trabajo, es tremendamente bueno. W. T Fáctory ha sido programada durante dos fechas en el Festival Iberoamericano de Teatro, en el La Factoría L’Explose. Hoy 16 de marzo es la última oportunidad para verla en esta temporada.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_gallery type=»image_grid» images=»2877,2878,2879,2880,2881,2882,2883,2884″ title=»Fotos: Clarissa Lambert»][/vc_column][/vc_row]

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