Maravillosa, dos miradas

Escribe Humberto:

Dos mujeres comienzan a caminar por el escenario de una manera precisa, esquemática; poco a poco el movimiento de cada cuerpo surge en autonomía. Luego hace presencia el discurso; nos hablan acerca de las dudas con respecto a la calidad y las características de lo que se está gestando, y también de la imposibilidad de cumplir el imperativo de comunicar algo mediante la acción coreográfica. Se inicia entonces un juego de interacción entre las ejecutantes donde prima el contacto y lo lúdico, donde se indica de qué manera y hacia qué punto del espacio se debe dirigir el movimiento. Finalmente las mujeres intercambian opiniones discutiendo acerca de la naturaleza de las ideas, una sostiene la necesidad de tener un soporte material: que desde un cuerpo con capacidad para percibir el mundo se adquiera información y se procese para generar las ideas; la otra dice que las ideas son una cosa puramente racional; deciden que no coincidirán y cortan el diálogo.

Luego, mediante las cosas que sucederán, se propondrá, de manera muy cómica, que esta pieza de danza es un producto más, y que está regido por las mismas reglas que deben cumplir todos los bienes que son objeto de comercio: precios atractivos, generación de marca, acreditación de la mercancía.

Así que esto es lo que ocurre, pero, ¿por qué lo hace de esta forma? Considero a esta pieza una importante reflexión en torno a las condiciones materiales del quehacer artístico, escenificada de una manera muy festiva; esta condición permite que el público se involucre empáticamente con la situación expuesta. Implica también un ejercicio de deconstrucción, de la manera como se utiliza el material coreográfico; mediante los formatos de ejecución expuestos, asistimos, no obstante la comicidad involucrada, a un ejercicio de composición en el cual nos hacemos conscientes de los diferentes potenciales comunicativos y calidades estilísticas, que se relacionan con la manera como se encadenan los elementos coreográficos, la duración que se permite al desarrollo de los discursos y la selección de los cuadros que arman cada versión de la obra.

Esta obra constituye un muy importante y sugerente ejercicio de reflexión sobre la naturaleza de la danza como espectáculo, generado desde la danza misma. Expone de manera muy sintética y divertida los procesos que se ven involucrados entre la génesis de un discurso que parte desde el cuerpo y el producto que el público contempla finalmente.

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Escribe Rodrigo:

Tal vez no sea casualidad que las creadoras de esta pieza provengan de dos de los países más modestos y amables que puede haber en el mundo: Ecuador y Uruguay. Esta obra es modesta y es amable, y es clara y política, y además encantadora. Toda la producción se reduce a una cinta de enmascarar y a unos calzones con una muñequita dibujada en la tela posterior. No hay nada más; solo invención. Está desnuda de cualquier artificio, de luces especiales, de música, de escenografía, incluso de danza, y con lo único que les queda, cuerpo y voz, construyen, en un tiempo de sesenta minutos, una de las creaciones más auténticas con las que se pueda uno encontrar.

Una de las cosas más difíciles para un creador, cualquiera que sea su arte, es reconocer el límite de sus condiciones, el verdadero mundo al cual pertenece, y en ese mundo, por pequeño que parezca, hacer transitar su voz. Tal vez esa sea una de las condiciones imprescindibles del genio. Josie y Federica no solo entienden cuál es ese espacio propio, sino que juegan a reducir hasta lo imposible las posibilidades de su creación. Lo curioso, lo asombroso y magnífico, es que ellas, conforme van reduciendo ese mundo, y cada que se adentran más en lo estrecho y en lo adverso, se van haciendo más poderosas. Sin exagerar, hay allí una clarividencia sobre las condiciones de nuestro arte y, con él, de nuestro mundo. Hay una aceptación absoluta del cuerpo que somos, de la voz que somos. Tanta aceptación que no se valen de nada más que de ese par de herramientas, y confían plenamente en ellas, y saben que con tan poco (con tanto), y en un tiempo muy breve, pueden decir varias verdades, o a lo menos lanzarnos una pregunta espinosa: ¿qué tanto somos capaces de pasar por sobre nosotros mismos con tal de obedecer a los requerimientos de un sistema? Y es una cuestión que nos dejan incrustada muy adentro, no por medio de discursos panfletarios, ni creando un ambiente de gravedad, sino a través de un mecanismo propio de personas muy inteligentes: el humor. Se ríen, pero no directamente y de manera muy delicada, de todo, de la ‘técnica’, de la producción, de la coreografía, de los mercados, del control, de la ‘calidad’, de los bailarines, de ellas mismas. Y al mismo tiempo, seguramente sin pretenderlo (esto ya es interpretación de quien escribe), hacen un homenaje a lo latinoamericano, a ese curioso destino de ‘tercer mundo’, aparentemente deficiente, aparentemente rezagado e imperfecto, pero de donde viene a surgir cada tanto una magia impredecible, digamos, Maravillosa.

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Josie Cáceres y Federica Folco, directoras, productoras, creadoras musicales e intérpretes de Maravillosa, se presentaron recientemente en el marco del Festival Impulsos de Bogotá.

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