Espacio corpóreo – Espacio arquitectónico – Espacio público

Memorias del Taller con Cristophe Haleb

La Coordinación de Danza de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, en convenio con la Alianza Francesa, convocó a profesionales de las Artes Escénicas de Bogotá a participar en una experiencia de exploración en el espacio público, con el coreógrafo francés Cristophe Haleb, director de la Compañía de danza La Zouze. De la selección de los  currículums enviados para el taller, resultó un grupo heterogéneo, de personas con formaciones y  experiencias corporales diversas, al que se le invitó a  trabajar durante una semana intensa. Este encuentro entre bailarines profesionales, estudiantes, artistas escénicos, artistas plásticos, bailarines urbanos y demás, produjo una alquimia interesante. Resistencias de algunos, huidas, traducciones a diversos lenguajes, entregas de otros: este encuentro planteó el difícil reto de encontrar códigos comunes en pocos días y de ir hacia unos lugares del movimiento previos a la técnica y a la composición.  El taller  propuso una exploración en el contacto, en la sensación y  en la escucha. Ir hacia esos lugares de base, pasar por ejercicios conocidos y reconocidos por algunos participantes, regresar al cuerpo propio y al del otro con la sencillez del contacto, fue armando, a lo largo de los días, una plataforma para el encuentro con la calle y para un tipo de escucha del espacio arquitectónico y urbanístico, al que quisiera abrirle más y más preguntas.

Las sesiones del Taller comenzaron siempre en espacios cerrados,  en donde se hicieron exploraciones con los compañeros y donde se establecieron vínculos con lo que Cristoph llamó el Espacio Corpóreo. Luego de configurar la privacidad, se hizo siempre un tránsito  hacia un espacio intermedio y luego hacia un espacio abierto. Dentro del campus de la Universidad Nacional, recorrimos edificios y plazoletas de diferentes facultades y exploramos sus arquitecturas. Investigamos los trayectos, observamos nuestra experiencia en lugares habituales y en lugares ajenos y fuimos armando códigos comunes para relacionarnos con el Espacio Arquitectónico. Aunque la mayor parte de la exploración se hizo dentro del campus de la Universidad Nacional, también visitamos varios lugares de la ciudad.  Ir a la calle nos confrontó con el tema de la vigilancia, de los permisos, de la normatividad y la seguridad. Nos enfrentó a la noción de lo público como encuentro con el ciudadano común y nos invitó a escuchar la ciudad. Al cuerpo se le sumaron objetos: bolsas, pétalos de rosa, ramas, plásticos. La interacción con ellos permitió construir un glosario de conceptos. Imágenes por acumulación de cuerpos, estatuas vivientes y  formas vivientes moviéndose, entre otras cuantas, conformaron los códigos con los que construimos una muestra final, a manera de recorrido por diferentes espacios de la Universidad Nacional, a la que llamamos Química Pura.

Esta experiencia de navegación por el Espacio Corpóreo, el Espacio Arquitectónico y el Espacio Público, deja en mí varias inquietudes. Me reconcilia con el cuerpo intuitivo, el cuerpo que se entrega a la escucha del otro y al contacto, sin más.  Me abre una ventana de exploración sobre las relaciones, tantas veces visitadas, entre lo privado y lo público y me invita a regresar a la ciudad, a redescubrir sus espacios y buscar en ellos nuevas aristas desde la presencia y el movimiento.

Foto Sebastián Navarro
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